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La Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza es una cofradía penitencial, radicada en León (España), capital de la provincia de León y fundada en 1992, teniendo desde entonces su sede canónica en la iglesia parroquial de San Claudio.
Con las bendiciones de D. Antonio Villaplana Molina, Obispo de León, nace esta Cofradía el 8 de junio del año 1992, erigida en la parroquia de San Claudio de León, heredera del más antigo cenobio de la ciudad, surgido sobre las tumbas martiriales de Claudio, Lupercio y Victorico, miembros de la Legio VII Gemina e hijos de San Marcelo, oficial que fue condenado a muerte por declararse cristiano en tiempos del emperador Diocleciano (finales del s. III d. C.).
Como emblema de la Cofradía se eligió, en recuerdo de aquellos santos, la Cruz de Cristo acompañada de dos lámparas que representan el alma de los mártires. Por colores, los de una de las reliquias más señaladas y célebras del antiguo monasterio de San Claudio: la tela de Almanzor, un tejido musulmán, de tonalidades azules y doradas, que mostraba, con la maestría del lejano siglo X, una de las señales de la realeza, uno de los símbolos preferidos por Ibn Abu Amir, hayib de Córdoba en tiempos de Hixem II: el león.
Si los elementos identificativos buscan la huella de los antepasados, la vida de esta cofradía camina también indefectiblemente unida a la de la parroquia en la que se asienta, y puede bien considerarse simbólica heredera de aquella otra surgida en la Edad Media y que agrupaba al gremio de monederos del reino, es decir: a los profesionales encargados de acuñar y distribuir moneda en el territorio de León. No es una herencia cualquiera, sino la ligazón con una de las más antiguas agrupaciones leonesas, crisol del culto y la devoción popular.
La elección del nombre no pudo resultar más oportuna y simbólica. Cristo, en su lección humana, eligió un discreto lugar de Galilea, en Eretz Israel, la Tierra Prometida, para participar la Buena Nueva a los hombres. Bienaventurados los que sigan sus enseñanzas, bienaventurado Cristo que nos mostró el camino de la Fe, la Verdad y la Vida. Los padres de esta Cofradía sin duda tuvieron en la mente y en el corazón este mensaje.
Sus primeros pasos traen el recuerdo de aquellos que cedieron su tiempo para formar esta unión espiritual y fraterna en ese ya lejano 1992. A sus primeras reuniones asistieron Consuelo Rodríguez del Cueto, Joaquín Otero, Mª Cristina Campelo, Julio Rivera, José Mª Viejo, Roberto Martínez, Victorina Mígueles, Marta Mª Blanco, Santos Flórez y Dolores García.
El 19 de junio de 1992,se decidió el nombramiento de los primeros cargos de la Cofradía. Así, fue elegido Abad Javier Sánchez González, Juez de Penas, Joaquín Otero, Secretaria Mª Cristina Campelo, Tesorero Santos Flórez, Vice-Abad Julio Rivera. También, en la misma reunión, se optó por José Mª Viejo como Jefe de Banda y Roberto Martínez como Jefe de Paso. Por otra parte, formaron la Comisión de Vestuario Victorina Míguelez, en calidad de Presidenta, ayudada por las vocales Mª Dolores García y Marta Mª Blanco. Y no se dejó pasar la ocasión, sin completar el elenco mediante la designación de una Comisión de Propaganda, cuyo objetivo, además de dar a conocer la Cofradía, era captar almas que quisieran sumarse a este esfuerzo. Manuel Alegre, fue su primer Presidente, y Fernando Alegre y Javier del Canto, los vocales que le apoyaron en sus labores primigenias. De la tutela espiritual de los cofrades, se encargó el alma de la Iglesia Parroquial de San Claudio: Don Carmelo Rodríguez del Cueto
Como emblema de la Cofradía se eligió, en recuerdo de aquellos santos, la Cruz de Cristo acompañada de dos lámparas que representan el alma de los mártires. Por colores, los de una de las reliquias más señaladas y célebras del antiguo monasterio de San Claudio: la tela de Almanzor, un tejido musulmán, de tonalidades azules y doradas, que mostraba, con la maestría del lejano siglo X, una de las señales de la realeza, uno de los símbolos preferidos por Ibn Abu Amir, hayib de Córdoba en tiempos de Hixem II: el león.
Si los elementos identificativos buscan la huella de los antepasados, la vida de esta cofradía camina también indefectiblemente unida a la de la parroquia en la que se asienta, y puede bien considerarse simbólica heredera de aquella otra surgida en la Edad Media y que agrupaba al gremio de monederos del reino, es decir: a los profesionales encargados de acuñar y distribuir moneda en el territorio de León. No es una herencia cualquiera, sino la ligazón con una de las más antiguas agrupaciones leonesas, crisol del culto y la devoción popular.
La elección del nombre no pudo resultar más oportuna y simbólica. Cristo, en su lección humana, eligió un discreto lugar de Galilea, en Eretz Israel, la Tierra Prometida, para participar la Buena Nueva a los hombres. Bienaventurados los que sigan sus enseñanzas, bienaventurado Cristo que nos mostró el camino de la Fe, la Verdad y la Vida. Los padres de esta Cofradía sin duda tuvieron en la mente y en el corazón este mensaje.
Sus primeros pasos traen el recuerdo de aquellos que cedieron su tiempo para formar esta unión espiritual y fraterna en ese ya lejano 1992. A sus primeras reuniones asistieron Consuelo Rodríguez del Cueto, Joaquín Otero, Mª Cristina Campelo, Julio Rivera, José Mª Viejo, Roberto Martínez, Victorina Mígueles, Marta Mª Blanco, Santos Flórez y Dolores García.
El 19 de junio de 1992,se decidió el nombramiento de los primeros cargos de la Cofradía. Así, fue elegido Abad Javier Sánchez González, Juez de Penas, Joaquín Otero, Secretaria Mª Cristina Campelo, Tesorero Santos Flórez, Vice-Abad Julio Rivera. También, en la misma reunión, se optó por José Mª Viejo como Jefe de Banda y Roberto Martínez como Jefe de Paso. Por otra parte, formaron la Comisión de Vestuario Victorina Míguelez, en calidad de Presidenta, ayudada por las vocales Mª Dolores García y Marta Mª Blanco. Y no se dejó pasar la ocasión, sin completar el elenco mediante la designación de una Comisión de Propaganda, cuyo objetivo, además de dar a conocer la Cofradía, era captar almas que quisieran sumarse a este esfuerzo. Manuel Alegre, fue su primer Presidente, y Fernando Alegre y Javier del Canto, los vocales que le apoyaron en sus labores primigenias. De la tutela espiritual de los cofrades, se encargó el alma de la Iglesia Parroquial de San Claudio: Don Carmelo Rodríguez del Cueto

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